El estrés puede llamarse la enfermedad más perjudicial de
nuestro siglo. Sin embargo existe lo que se denomina como “estrategias de
afrontamiento” que son empleadas por los individuos para encarar las
situaciones que le generen estrés. Richard Lázarus y Susan Folkman en su libro Estrés y procesos cognitivos (1986),
definen las estrategias de afrontamiento como aquellos esfuerzos cognitivos y
conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las
demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o
desbordantes de los recursos del individuo.
Estos autores distinguen dos tipos de estrategias de
afrontamiento: afrontamiento dirigido al problema y afrontamiento dirigido a la
emoción. El primero se dirige a la manipulación o alteración del problema con
el entorno causante de perturbación, es decir, definir el problema y buscar
soluciones y alternativas. Suele aparecer esta estrategia cuando las
condiciones estresantes se pueden cambiar o modificar. Algunas de las
estrategias que se centran en el problema son la resolución de problemas,
control del tiempo, manejo del contenido del problema, etc. El segundo tipo de
afrontamiento consiste en disminuir o aumentar la respuesta emocional que
aparece como consecuencia de la situación estresante. Esta estrategia suele
aparecer cuando las condiciones estresantes no se pueden modificar. Lazarus y
Folkman mencionan que algunas de las estrategias que se centran en la emoción
son la meditación, la relajación, el uso del humor, la búsqueda de apoyo
social, entre otras.
El humor debería ser una de las más usadas hoy en día, más
actualmente. Se mencionó anteriormente el uso del humor como una estrategia de
afrontamiento. Al respecto, popularmente existe la creencia de que la risa
fomenta la salud y la curación. El pionero en el uso del humor como estrategia
de afrontamiento fue Norman Cousins, quien escribió en su libro Anatomía de una enfermedad (1979) que usó
el humor en su recuperación de una enfermedad fatal y dolorosa llamada
espondilitis anquilosante, con diez minutos de carcajadas que le aliviaban sus
tremendos dolores causados por esa enfermedad.
Podría decirse que el humor se define como la capacidad
para experimentar y estimular una reacción específica, la risa, y de este modo
conseguir mantener un estado de ánimo positivo (tomado de Carbelo y Jáuregui,
2006).
En el mismo orden de ideas,
Lupiani, Bernalte, Lupiani, Dávila, y Miret (2005) mencionan que la risa tiene
una serie de consecuencias saludables perfectamente mensurables y
contrastables; un ataque de risa incrementa la actividad del sistema nervioso
autónomo, aumentando el ritmo cardíaco, la sudoración y la tensión muscular, al
cesar, los músculos se relajan y los latidos y la tensión arterial caen por
debajo de lo normal, lo cual es señal inequívoca de relajación. Entonces el
humor también tiene gran influencia en la fisiología del ser humano. Estos
autores también mencionan que cuando estamos en compañía la frecuencia,
intensidad y duración de la risa son significativamente mayores si estamos
acompañados, favoreciendo la sociabilidad.
Los que más sonríen y se ríen
viven más que aquellas personas que consideran la seriedad y la amargura como forma
de vida. Utilizar el humor es útil para prevenir enfermedades. ¿No han visto
ustedes que las personas que se ríen mucho se enferman menos? Eso es
simplemente porque al reírnos, en nuestro cuerpo se estimulan las endorfinas,
que no son más que los ladrillos que construyen nuestro sistema inmunológico. A
mayor producción de endorfinas, mayor fortaleza del sistema inmunológico. Y a
mayor fortaleza del sistema inmunológico, más sanos estaremos.
Aparte de estos beneficios,
podría afirmarse que el uso del humor cambia nuestra perspectiva de vida. Nos
ayuda a tener apertura ante la vida y a llevar la misma con más calma.
Entonces, ¿qué esperamos? A reír se ha dicho.
Alessandro D'Amico
@alessdamico