La
palabra “víctima” es un constructo extraído de las ciencias jurídicas y
criminalísticas para asignar dicha etiqueta a una persona que, literalmente
sufre. Si buscamos la palabra en un diccionario de español común y corriente,
se define a la víctima como una persona que sufre las consecuencias de una
acción propia o de otros. Desde el punto de vista jurídico, la víctima es la
persona que denuncia violaciones a sus derechos y reclama auxilio para lograr
justicia postergada. Su lenguaje por lo general es emotivo y testimonial sobre
los abusos vividos por ella y sus familiares. Al denunciar las acciones del mal
sufrido, reflejan un pedido esperanzado de auxilio para reparar, hasta donde
sea posible, esos efectos.
Desde
el punto de vista psicológico es primordial entender las consecuencias que
conlleva para una persona ocupar el lugar de víctima; la impotencia y el
desamparo, que remite a un regreso a sus etapas infantiles. Los sobrevivientes
de tortura han dado innumerables testimonios de este hecho. Además, el impacto
subjetivo que tienen la perduración de la identidad de víctima en una persona,
la condena a la presencia constante de la tragedia sufrida y del poder a sus
victimarios.
Desde
un enfoque psicosocial, se considera que las personas que han sufrido la
violación de sus derechos deben ser vistas y consideradas como sujetos de su
propia vida y como actores sociales, y no sólo como objetos de mal de sus
violadores. No respetar ese derecho a ser consideradas como personas valiosas
por sí mismas antes que víctimas, durante el largo tiempo que dura el proceso y
por parte de las personas que están ahí para defender sus derechos, podría
generar una revictimización. Catalogar a alguien con la etiqueta de “víctima”
abre la posibilidad de que la persona perciba que se daña su identidad como un
todo. Se debe considerar que estas personas han sostenido un prolongado proceso
de búsqueda de justicia que requiere valor, resistencia y fuerza interna para
luchar contra las adversidades. Si al llegar a la última fase de su lucha es
reiteradamente nombrada como “la víctima”, corre el riesgo de sentir que su
proceso interno es descalificado y toda su persona reducida a un evento sumamente
doloroso y fuera de su control.
A
todo esto, pareciera que esta palabra es muy peyorativa, porque hace ver que la
persona que es etiquetada de tal forma es pasiva, sin responsabilidades y
minusválida. Pero también la palabra hace referencia a las consecuencias que
otro ha causado sobre la persona llamada “víctima”. A su vez, esta palabra se
utiliza para distinguirla de “victimario”, que es quien comete la agresión
hacia la víctima. Debatir el uso del término víctima es importante, debido a
que nos ayuda a ampliar nuestros conocimientos sobre el significado de las
palabras; también porque su uso ha estado vinculado siempre con la defensa de
las personas que sufren alguna agresión hacia su ser y es necesario saber los
significados de la palabra para poder tener herramientas para trabajar con
“afectados” (yo prefiero llamarlos afectados, en vez de víctimas), con el fin
de brindar ayuda, tanto psicosocial como jurídica, porque ambas van de la mano.
Al
respecto, considero que la victimología podría tener un gran aporte. La
victimología es el estudio de las personas que son víctimas de crímenes y otras
acciones que causan sufrimiento; a su vez estudiando hechos de victimización,
entre los cuales se incluyen las circunstancias de los casos de homicidio, robo,
violación, secuestro, entre otros; así como también estudiando cómo las
agencias o los aparatos del Estado responden en casos de victimización, cómo
ayudan a que la víctima se recupere física y emocionalmente.
Por
último, quiero agregar que un debate del término “víctima” es necesario porque
en dicho debate debe estar incluido el estudio de la victimología, agregándole
que también en el mismo se podría estar discutiendo sobre una consecuencia que
deriva del término “víctima”, que sería “victimismo”. Este término se define
como un neologismo de connotación peyorativa que describe la postura de quienes
convierten su condición real o aparente de víctimas en la de damnificados
profesionales con el fin de obtener ventajas exorbitantes o sustraerse a sus
obligaciones ciudadanas.
Alessandro D’Amico
Psicólogo
@alessdamico