Pareciera
que lo conocido es lo mejor, según algunas personas. El miedo a lo desconocido es una situación
presente en nuestra vida cotidiana. Se puede observar en frases como “Mejor
malo conocido que bueno por conocer”, donde se evidencia dicho miedo. Basándonos
en el texto de Wayne Dyer “Tus zonas erróneas”, tratamos el tema de hoy. De
acuerdo con este autor, a nosotros nos educan desde pequeños para que seamos
cautelosos, estimulando la prudencia y la precaución a expensas de la
curiosidad; la seguridad a expensas de la aventura. Frases como “Evita lo
dudoso”, “Permanece en las áreas que conoces”, “No te aventures jamás en lo
desconocido” pueden convertirse en barreras psicológicas que entorpecen de muchas
formas diferentes la realización personal y la felicidad en el momento presente.
Muchísimas personas asocian lo
desconocido con el peligro. Piensan que el propósito de la vida es ir siempre a
lo seguro y que deben saber siempre a dónde van.
Según Dyer, a lo largo de la vida,
escuchamos los mensajes culturales de la seguridad. Empiezan en la familia y
luego los educadores los refuerzan. El niño aprende a evitar todo lo que sea
experimentación y la sociedad le apoya en todo lo que pueda hacer para evitar
lo desconocido. Se pululan mensajes como “No te pierdas”, “Conoce las
respuestas apropiadas”, “Quédate con la gente como tú”, etc.
Una vez comprendido esto, es
necesario internalizar que toda la gama de experiencia humana es nuestra y
podemos disfrutarla si decidimos aventurarnos en territorios que no nos ofrecen
garantías. Veamos a las personas que son consideradas como genios y que fueron
espectacularmente eficientes y positivas durante su vida. Ellos fueron pioneros
que se aventuraron en nuevos e inciertos territorios. Eran personas como
nosotros, apartadas de los demás sólo porque estaban dispuestas a atravesar
áreas donde los demás no se atrevían a poner pie. Tenemos la opción de poder
mirarnos a nosotros mismos con ojos nuevos y abrirnos a nuevas experiencias que
nunca llegamos a pensar que podrían estar dentro de nuestras posibilidades como
seres humanos.
De acuerdo con Dyer, el abrirnos a
nuevas experiencias implica abandonar totalmente la noción de que es mejor tolerar
lo que nos es familiar que trabajar para cambiarlo porque el cambio está
cargado de inseguridades. De hecho tenemos mejores posibilidades de evitar colapsos
psicológicos si eliminamos la rutina cotidiana de nuestra vida.
La resistencia a probar nuevas
experiencias, la rigidez, los prejuicios, el miedo al fracaso y el
perfeccionismo son subtítulos normales en esto que llamamos el miedo a lo
desconocido. Pero, lo curioso es que lo conocido es el lugar donde se produce
el crecimiento. Tanto para la civilización como para el individuo.
¿Qué podemos hacer para enfrentarnos
con lo desconocido y lograr comprenderlo de forma sana? Concordando con Dyer,
podemos:
-Hacer un esfuerzo
por probar cosas nuevas, aunque sintamos la tentación de quedarte con lo conocido.
-Intentar entablar
relaciones con personas que tengan puntos de vista distintos a los nuestros.
-No necesitar tener
un motivo o razón para hacer todo lo que hacemos. Podemos hacer lo que hemos
decidido hacer simplemente porque así lo deseamos.
-Arriesgarnos a hacer
cosas que nos saquen de la rutina.
-Correr algún riesgo
que puede implicar una tormenta emocional pero que también puede significar una
experiencia intensamente gratificante para nosotros.
-Dirigirnos a
nosotros mismos la siguiente pregunta, cada que nos demos cuenta de que estás
evitando lo desconocido: “¿Qué es lo peor que me puede pasar?”. Probablemente veremos
que el miedo a lo desconocido es completamente desproporcionado con la realidad
de las consecuencias.
-Hacer cosas que
antes evitábamos por encontrarlas tontas o que siempre hemos rechazado con la
frase “Simplemente yo no valgo para esto”.
-No prestarle atención
al “qué dirán”. Consideremos que nuestras capacidades para realizar algo no son
ni mejores ni peores, sino simplemente diferentes a las de los demás.
- Considerar que lo
opuesto al crecimiento es la igualdad o monotonía y la muerte. Así pues, si queremos,
podemos tomar la decisión de vivir cada día de una manera diferente siendo
espontáneos y vitales, o podemos temer a lo desconocido y permanecer igual,
siendo los mismos de siempre, psicológicamente muertos.
La
vida es una sola. Aprovechémosla al máximo. Éxito.
Alessandro D’Amico.
Psicólogo y Coach con formación en Psicodrama
@alessdamico