¿QUÉ ES Y PARA QUÉ NOS SIRVE EL ORGULLO? (I)
Según
el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra “orgullo” significa
arrogancia, vanidad o exceso de estimación propia, que muchas veces puede ser
disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas. A nivel genérico, suele
referirse a la valorización del Yo sobre los deseos y los logros de los otros,
con lo que resulta lo opuesto a la humildad. Pero, ¿por qué se ve con
connotación negativa el orgullo? El problema es que se ha confundido el orgullo
con la soberbia. La soberbia es según este mismo diccionario el apetito
desordenado de ser preferido a otros. Hay autores que la llaman “hubris” o
“hybris”.
Según
el portal http://www.worldlingo.com/ma/enwiki/es/Hubris,
este es un término usado actualmente para indicar orgullo, confianza en sí
mismo o arrogancia, a menudo dando por resultado la recompensa fatal. En la
antigua Grecia, los hubris se refirieron a las acciones que, intencionalmente o
no, humillaban a una víctima, y con frecuencia al autor de un crimen también. La
palabra también fue utilizada para describir a los que se consideraban más
importantes que los dioses ellos mismos. Al intentar entender esto del hubris,
debemos centrarnos en la definición sí mismo. Es un sentido del orgullo
exagerado de uno mismo. Hay dos tipos de orgullo: 1) Orgullo alfa (Orgullo
dentro del uno mismo), descrito como comportamiento que refleja la expresión menos
emocional. El orgullo alfa se refiere a sensaciones de la satisfacción interna
más que a las expresiones exteriores; 2) Orgullo beta (Orgullo en
comportamiento), descrito como un comportamiento que contribuye a los hubris
negativamente. El orgullo beta, en contraste con orgullo alfa, es más una
expresión emocional. Las expresiones emocionales se piensan a menudo como los
actos comunicativos tratados hacia otra persona, más que reflexiones directas
de un estado mental subyacente.
En
el Diario La Nación, de Argentina, describen estudios de Jessica L. Tracy, de
la Universidad de la Columbia Británica, y Richard W. Robins, de la Universidad
de California, lo cuales reportan que los niños experimentan orgullo por
primera vez a partir de los dos años y medio, sugieren los estudios, y lo
reconocen a los cuatro años. El mismo artículo reporta que en otro estudio
realizado en 2008, la doctora Tracy y David Matsumoto, psicólogo de la
Universidad Estatal de San Francisco, analizaron las respuestas espontáneas al
ganar o perder una competencia de judo en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos
de 2004. Estos científicos hallaron que las expresiones de orgullo después de
la victoria eran similares en atletas de 37 naciones, incluidos los
competidores ciegos, muchos de ellos de nacimiento. Al respecto, Tracy menciona que el orgullo "Es
una emoción autoconsciente, que refleja cómo uno se siente sobre sí mismo, y es
un importante componente social. Es la señal de estatus más fuerte que
conocemos de entre las emociones; más poderosa que una expresión de felicidad o
de satisfacción." Los investigadores tienden a dividir el orgullo en dos
categorías: 1) El orgullo auténtico, que surge de logros reales, como criar a
un niño difícil o crear una compañía y 2) El orgullo arrogante, el cual está
más cerca de la arrogancia o del narcisismo, y es un orgullo sin un fundamento
sustancial. Algunos autores los denominan orgullo alfa y orgullo beta,
respectivamente.
¿Tiene alguna importancia el orgullo en nuestra vida? Es bueno saber que el orgullo es un
sentimiento agradable que resulta de una autoevaluación positiva. El orgullo
implica placer regocijado y una sensación de la realización. El orgullo se
asocia generalmente a comportamientos sociales positivos tales como ayudar a
otros y a la promoción exterior. Según Bagozzi y sus colaboradores, orgullo
puede tener las ventajas positivas de realzar creatividad, productividad, y
altruismo. Los gestos que demuestran orgullo pueden implicar una elevación de
la barbilla, de las sonrisas, o de los brazos en caderas para demostrar la
victoria. (http://www.worldlingo.com/ma/enwiki/es/Hubris).
El hecho de que nosotros proyectemos orgullo puede hacer algo más que ayudar a manejar
las impresiones de los otros, según el artículo de La Nación. Allí reportan que
los psicólogos han observado que llevar una cara feliz o triste puede tener
efecto sobre cómo se siente la misma persona: sonría y quizá se sienta más
feliz. Lo mismo es mayormente cierto con las expresiones de orgullo. El mismo
artículo reseña que en un estudio realizado en 2008, investigadores de
Northwestern University hallaron que inducir un sentimiento de orgullo en las
personas que resolvían rompecabezas espaciales los motivaba a tratar con mayor
esfuerzo cada vez que fracasaban. Concordando con La Nación, orgullo, en resumen,
engendra la perseverancia. Aún, sin importar cuánto orgullo se pierda antes de
una caída, será aún más útil después de que éste se produzca.
Alessandro D’Amico.
Psicólogo y Coach con formación en Psicodrama y Psicología Deportiva
@alessdamico