miércoles, 16 de septiembre de 2015

¿QUÉ ES Y PARA QUÉ NOS SIRVE EL ORGULLO? (I)
Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra “orgullo” significa arrogancia, vanidad o exceso de estimación propia, que muchas veces puede ser disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas. A nivel genérico, suele referirse a la valorización del Yo sobre los deseos y los logros de los otros, con lo que resulta lo opuesto a la humildad. Pero, ¿por qué se ve con connotación negativa el orgullo? El problema es que se ha confundido el orgullo con la soberbia. La soberbia es según este mismo diccionario el apetito desordenado de ser preferido a otros. Hay autores que la llaman “hubris” o “hybris”.


Según el portal http://www.worldlingo.com/ma/enwiki/es/Hubris, este es un término usado actualmente para indicar orgullo, confianza en sí mismo o arrogancia, a menudo dando por resultado la recompensa fatal. En la antigua Grecia, los hubris se refirieron a las acciones que, intencionalmente o no, humillaban a una víctima, y con frecuencia al autor de un crimen también. La palabra también fue utilizada para describir a los que se consideraban más importantes que los dioses ellos mismos. Al intentar entender esto del hubris, debemos centrarnos en la definición sí mismo. Es un sentido del orgullo exagerado de uno mismo. Hay dos tipos de orgullo: 1) Orgullo alfa (Orgullo dentro del uno mismo), descrito como comportamiento que refleja la expresión menos emocional. El orgullo alfa se refiere a sensaciones de la satisfacción interna más que a las expresiones exteriores; 2) Orgullo beta (Orgullo en comportamiento), descrito como un comportamiento que contribuye a los hubris negativamente. El orgullo beta, en contraste con orgullo alfa, es más una expresión emocional. Las expresiones emocionales se piensan a menudo como los actos comunicativos tratados hacia otra persona, más que reflexiones directas de un estado mental subyacente.
En el Diario La Nación, de Argentina, describen estudios de Jessica L. Tracy, de la Universidad de la Columbia Británica, y Richard W. Robins, de la Universidad de California, lo cuales reportan que los niños experimentan orgullo por primera vez a partir de los dos años y medio, sugieren los estudios, y lo reconocen a los cuatro años. El mismo artículo reporta que en otro estudio realizado en 2008, la doctora Tracy y David Matsumoto, psicólogo de la Universidad Estatal de San Francisco, analizaron las respuestas espontáneas al ganar o perder una competencia de judo en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2004. Estos científicos hallaron que las expresiones de orgullo después de la victoria eran similares en atletas de 37 naciones, incluidos los competidores ciegos, muchos de ellos de nacimiento.  Al respecto, Tracy menciona que el orgullo "Es una emoción autoconsciente, que refleja cómo uno se siente sobre sí mismo, y es un importante componente social. Es la señal de estatus más fuerte que conocemos de entre las emociones; más poderosa que una expresión de felicidad o de satisfacción." Los investigadores tienden a dividir el orgullo en dos categorías: 1) El orgullo auténtico, que surge de logros reales, como criar a un niño difícil o crear una compañía y 2) El orgullo arrogante, el cual está más cerca de la arrogancia o del narcisismo, y es un orgullo sin un fundamento sustancial. Algunos autores los denominan orgullo alfa y orgullo beta, respectivamente.


¿Tiene alguna importancia el orgullo en nuestra vida? Es bueno saber que el orgullo es un sentimiento agradable que resulta de una autoevaluación positiva. El orgullo implica placer regocijado y una sensación de la realización. El orgullo se asocia generalmente a comportamientos sociales positivos tales como ayudar a otros y a la promoción exterior. Según Bagozzi y sus colaboradores, orgullo puede tener las ventajas positivas de realzar creatividad, productividad, y altruismo. Los gestos que demuestran orgullo pueden implicar una elevación de la barbilla, de las sonrisas, o de los brazos en caderas para demostrar la victoria. (http://www.worldlingo.com/ma/enwiki/es/Hubris). El hecho de que nosotros proyectemos orgullo puede hacer algo más que ayudar a manejar las impresiones de los otros, según el artículo de La Nación. Allí reportan que los psicólogos han observado que llevar una cara feliz o triste puede tener efecto sobre cómo se siente la misma persona: sonría y quizá se sienta más feliz. Lo mismo es mayormente cierto con las expresiones de orgullo. El mismo artículo reseña que en un estudio realizado en 2008, investigadores de Northwestern University hallaron que inducir un sentimiento de orgullo en las personas que resolvían rompecabezas espaciales los motivaba a tratar con mayor esfuerzo cada vez que fracasaban. Concordando con La Nación, orgullo, en resumen, engendra la perseverancia. Aún, sin importar cuánto orgullo se pierda antes de una caída, será aún más útil después de que éste se produzca.
Alessandro D’Amico.
Psicólogo y Coach con formación en Psicodrama y Psicología Deportiva

@alessdamico