Cada
día solemos actuar de acuerdo con las circunstancias. Se nos presentan diversos
estímulos a los cuales reaccionamos está dirigida desde una emoción.
¿Qué es una emoción? Podríamos
definirla, según Deci, como una reacción a un estímulo. Esto involucra cambio
en las vísceras y en la musculatura de una persona.
Esto es experimentado subjetivamente
en maneras específicas a través de cambios faciales y tendencias de acción, las
cuales pueden energizar conductas subsecuentes.
A su vez, Kleinginna y Kleinginna
definen la emoción como un conjunto complejo de interacciones entre factores
objetivos y subjetivos, mediados por sistemas neurales u hormonales, los cuales
pueden:
a)
Dar
aumento a las experiencias afectivas tales como los sentimientos de activación,
placer/displacer;
b)
Generar
procesos cognoscitivos;
c)
Activar ajustes fisiológicos ampliamente
conocidos a las condiciones en aumento;
d)
Conducir
a conducta que es a menudo, pero no siempre, expresiva, dirigida a una meta y
adaptativa.
Esto quiere decir, que las emociones
son necesarias para la vida. ¿Quién las regula en nosotros? Las regula la
amígdala, la cual es una estructura muy pequeña, ubicada en el lóbulo temporal
de nuestro cerebro. Cuando a una persona le extirpan la amígdala, está carente
de emociones.
¿Qué funciones ejercen las
emociones? Las emociones ejercen dos funciones básicas:
a)
La
función de orientar, organizar y controlar las acciones;
b)
La
función energética y de activación.
Las
emociones básicas son el miedo, la alegría, la tristeza y la ira. Las dos
primeras son positivas y las segundas son negativas. De estas emociones se
derivan las más complejas como la frustración, la rabia, la felicidad, la
dicha, el orgullo, la decepción y
Fredickson
describe las emociones positivas como marcadores del funcionamiento óptimo y
argumenta que cultivar las emociones positivas es una manera de promover
crecimiento psicológico y salud física. Por el contrario, las emociones negativas
tendrían un efecto contrario.
La
misma autora propone que las emociones positivas amplían los repertorios
pensamiento-acción de las personas y construyen recursos personales perdurables.
Las emociones negativas restringen las opciones –son de pelea o huída. Las
emociones positivas no provocan una respuesta específica; muchas acciones son
posibles y atractivas.
En
todos los ámbitos debemos tomar en cuenta las emociones. En el ámbito
empresarial, son claves para que seamos productivos en el trabajo. En el área
deportiva, son necesarias para alcanzar el máximo rendimiento y la victoria en
las competencias. En la familia, son claves para llevar una vida pacífica, con
herramientas para la resolución de conflictos y la armonía del hogar. En la
escuela, un docente es un modelo a seguir que debe canalizar las emociones
propias y las de sus estudiantes. Y así sucesivamente en otros ámbitos debemos
tomar en cuenta las emociones.
Nosotros como seres humanos,
necesitamos reconocer las emociones, darnos cuenta de cuáles emociones influyen
en nuestro resultado positiva o negativamente. Y luego debemos aprender cómo
afrontar estas emociones.
Mientras más se intenten reducir las
emociones negativas, estas se vuelven más fuertes. Es mejor no pelear con
ellas, sino más bien aceptarlas, afrontarlas y convertirlas en emociones
positivas.
Para ser mejores ciudadanos, debemos
canalizar nuestras emociones. Por no canalizarlas ocurren las tragedias humanas
como atracos, maldades y otras conductas consideradas al margen de la ley.
En los momentos de estrés, debemos
respirar profundo, para poder vivir nuestra vida de manera plena y feliz.
El éxito de ser mejores personas,
queridos lectores, radica en el control de las emociones y su adecuada
canalización. ¿Cómo se canalizan? No sólo respirando profundo, sino utilizando
el humor como mediador de los conflictos y evaluar las circunstancias del
ambiente que nos rodea. Éxito.
Alessandro D’Amico.
Psicólogo y Coach con Formación en Psicodrama
@alessdamico