De acuerdo con el
portal web http://psicologia-malenalede.blogspot.com/2009/05/el-orgulloso.html, un ser
orgulloso es aquel que tiene un alto concepto de sí mismo y confía en todo lo
que hace porque tiene la certeza de que puede hacer todo bien y que no hay
nadie mejor que él.
Sentirse orgulloso de sí mismo por algo que se hizo bien es
saludable, siempre y cuando ese orgullo no se transforme en soberbia y esa
persona se crea que es un Dios que nunca se equivoca y que el resto de la gente
es pura basura.
Tener confianza en sí mismo es positivo pero tenerla en exceso
puede limitar al Ser Humano a llegar hasta ahí y no intentar nada nuevo. Es
allí donde la persona se vuelve soberbia.
La persona soberbia no escucha. Siempre habla ella y minimiza el
aporte de los demás. Es la que pasa primero, habla primero, se ubica primero
tratando de hacerse ver y decir lo que tiene que decir porque cree que es lo
mejor.
La persona soberbia no acepta el aporte de los demás, descarta
cualquier sugerencia sólo porque no se le ocurrió a ella.
Ese exceso de orgullo que no permite que analice lo que hace ni
que pueda optimizar su acción, lo lleva a estancarse y a no evolucionar.
Es importante poner el esfuerzo para conseguir la excelencia,
porque la búsqueda de la perfección es para los mediocres que tienen todas las
respuestas y se quedan en los detalles.
La persona soberbia se aferra a una postura y la defiende a
muerte, sin márgenes para el error o las correcciones. Es el sabelotodo que se
adhiere a utopías ya hechas para no adjudicarse a si mismo sus fracasos y es el
que se identifica con todo lo que tiene.
Porque la persona soberbia vive pendiente de las apariencias y
necesita estar primera, sentirse que ocupa el primer lugar, y que tiene lo que
hay que tener para pertenecer a la clase que justifica plenamente su orgullo.
Es mejor detectar esta falla de la personalidad a tiempo si se
trata de alguien que hay que frecuentar por algún motivo y alejarse cuanto
antes de esta persona, porque fagocitará cualquier intento de independencia o
creatividad de los que los rodean en pos de su conveniencia y sus rígidas
ideas.
Ejemplos de estos personajes sobran: Adolf Hiltler, Benito
Mussolini, Muhammad Alí, George W. Bush, Fidel Castro, Robert Mugabe, Sadam
Husein, etc. Nótese que estos serían personajes con orgullo negativo, es decir,
la soberbia.
Del lado del orgullo positivo, también hay ejemplos de personas
con este tipo de orgullo: La Madre Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, Daisaku
Ikeda, Martin Luther King Jr., Lech Walesa, Giuseppe Garibaldi, Jesse Owens, etc.
Aprendamos a manejar el orgullo. Este estado emocional nos puede servir para movilizar nuestra energía para alcanzar nuestros objetivos, siempre y cuando lo hagamos sánamente, sin herir a nadie ni a nosotros mismos. Más orgullo y menos soberbia.
Alessandro D’Amico.
Psicólogo y Coach con formación en Psicodrama y Psicología Deportiva
@alessdamico