domingo, 15 de marzo de 2015

La importancia de los mensajes adultos en niños, niñas y adolescentes

           En la vida ajetreada de hoy en día, pareciera que es cada vez más cuesta arriba pasar tiempo de calidad en familia. Son cada vez más las demandas para los seres humanos: ascender en el trabajo para tener mejor sueldo, estudiar más años y más cosas porque la competencia es fuerte, levantarse cada vez más temprano debido al creciente tráfico que tenemos en nuestras ciudades, llevar a los muchachos al colegio, llegar al trabajo a tiempo, asistir a clases, preparar la comida, etc. Concentrándonos en la parte de la familia, llama mucho la atención la conducta de los padres en el contexto deportivo. Es decir, cuando están con sus hijos en algún evento deportivo, bien sea que estos últimos estén de espectadores con ellos o estén en el campo de juego desempeñándose.

            Vemos conductas tales como: quieren dirigir el partido como si ellos fuesen los entrenadores, ofenden a los muchachos del equipo contrario, les dicen comentarios a los suyos que incitan a la violencia y a la falta de respeto. Específicamente, no está la presencia del Fair Play, es decir, el juego limpio.



            ¿Cómo esperan que los hombres y mujeres de mañana sean educados y personas de bien si vemos a estos padres y representantes en partidos infantiles y juveniles de disciplina como el fútbol y el béisbol a padres y representantes reprendiendo a sus representados cuando no juegan bien, insultándoles y diciendo que no sirven? Si un infante o adolescente es expuesto de esta manera a estos mensajes de manera permanente, esto puede afectar su psiquis. ¿De qué manera? Si ve que papá, mamá u otro representante lo hacen sin que haya orientación al respecto, ese niño, esa niña, esos adolescentes seguramente repetirán esa conducta, teniendo consecuencias. ¿Cuáles? Mal ejemplo para los niños y niñas, rechazo por parte de otras personas, expulsión del campo de juego, que el entrenador saque a ss hijo o hija del campo de juego para castigar a ese representante, genera más violencia e inclusive la muerte, si hay alguna persona radical allí presente. Al respecto, Marcelo Roffé (2008) en su libro “Psicología del jugador de fútbol: con la cabeza hecha pelota” nos dice: “Muchas veces los padres son inductores de estrés y agresión competitiva. Es así que antes del inicio de la competencia organizamos reuniones con el objetivo de orientarlos y establecer pautas claras. Hablamos de padres que son generadores de estrés: "(¿Cómo un joven puede jugar bien, si cada vez que comete un error, escucha los lamentos de la madre y percibe el rostro decepcionado del padre?), de dobles mensajes de agresión (basta ver algunas competencias), de mala alimentación, y hasta de depresión en sus hijos de bajo rendimiento escolar y de deserción en las aulas. Y todo esto, con las mejores intenciones”.

¿Cuál es la actitud correcta? Somos seres humanos y tenemos emociones. Sin embargo hay que saber canalizarlas. Los hijos no tienen la culpa de nuestras frustraciones o desgracias, así que evite transmitírselas, o criará un resentido de por vida. Si sentimos rabia o cualquier emoción negativa, busquemos un sitio donde nos sintamos cómodos y saquemos dicha emoción de nuestro cuerpo. Si no la sacamos, eso se somatiza en alguna enfermedad. Por alguna parte va a salir.
Recordemos que nuestros hijos ven en nosotros un modelo a seguir y van a querer imitarnos. Por eso debemos tener cuidado cómo, dónde y cuándo emitimos las conductas.

Cuando estemos con nuestros hijos en el campo de juego, vamos a estimularlos positivamente a que pueden mejorar su rendimiento. Recuerde que importa que disfruten lo que hacen y aprovechar de compartir con nuestra familia, ya que en el ajetreado mundo de hoy, vemos muy poco a nuestra familia.

Alessandro D'Amico
@alessdamico

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