En Venezuela, el tema de lo que es ser
venezolano, ha sido el centro de atención de variados pensadores, tema que ha
sido desarrollado desde diferentes perspectivas: históricas, políticas,
sociológicas o meramente ensayísticas”. Lo constante de este tema es la
transmisión de una imagen muy criticada de nuestra identidad. Aprovechando los
resultados de las elecciones, se reedita esta columna y la siguiente para
conocernos mejor como venezolanos.
El primer psicólogo social
venezolano en estudiar este fenómeno de la identidad nacional venezolana fue
José Miguel Salazar en 1983, con su obra “Bases
psicológicas del nacionalismo”, donde pone en evidencia que existe una visión popular negativa de los venezolanos
que predomina en nuestra población.
Para entender este tema, debemos remitirnos a
la historia de estudios donde se evidencia lo mencionado anteriormente,
basándonos en una revisión que Salazar realizó en 2001. Primero, este autor realizó
estudios basados en encuestas llevadas a cabo en 1979, 1982 y 1986. Estos
consistentemente arrojaron autopercepciones negativas de la gente en el país y
fueron realizadas en muestras representativas de la población residente en
Caracas. En las mismas, los resultados muestran que consideraron a los
venezolanos como flojos e irresponsables, pero al mismo tiempo, hospitalarios,
alegres y simpáticos. A su vez, con referencia al país se le consideró, por su
mayoría, como atrasado y anárquico, con servicios públicos deficientes, y como
rasgo positivo la libertad de expresión. Al mismo tiempo la gran mayoría indicó
que le gusta Venezuela, a pesar de sus características negativas.
Segundo, en 1993, Quintero se interesó en la
forma en que las imágenes negativas son adquiridas y centra su atención en los
niños y en el proceso educativo. A través del análisis de contenido de los
textos utilizados en escuelas primarias en Venezuela, Quintero identificó la
transmisión de esas imágenes devaluadas. Los resultados evidencian que existe
un alto grado de eurocentrismo en estos libros de texto, y una educación
colonizadora en las escuelas primarias de Venezuela, que ayudan a crear y
reforzar esta autoimagen negativa.
Continuando con esta misma línea de trabajo
en ocasión de los quinientos años de la llegada de Colón, Salazar 2001 reporta
que se realizaron una serie de investigaciones por profesores de la Universidad Central
de Venezuela. Entre ellos cita el trabajo de Banchs en 1992, la cual buscó
precisar las representaciones sociales de los venezolanos, indios, negros y
españoles, que son los elementos primarios del mestizaje nacional. Estudiando
el contenido de las características enumeradas, se concluyó que éstos
corresponden a estereotipos históricos en el país: los indios ingenuos, los
esclavos negros trabajadores, el arrogante conquistador español. Estos
arquetipos o imágenes de los antepasados juegan un papel importante para
explicar las características de los venezolanos. La idea crítica para hacer la
transición entre estos antepasados arquetípicos y las características presentes
es la idea del mestizaje.
Otra investigación fue el estudio de
Domínguez de 1993, el cual profundiza en este concepto de mestizaje. Después de
obtener una lista de rasgos atribuidos a los venezolanos, le pidió a sus
sujetos que identificaran si el origen de estos rasgos pudiese ser atribuido a
los antepasados indios, negros o blancos. En las conclusiones de este trabajo
“se encontró que los sujetos consideran que los venezolanos, en los aspectos
positivos, son alegres por su ascendencia negra y española; inteligentes por su
ascendencia española e india; cariñosos y generosos por su ascendencia india”
(Salazar, 2001, pp. 124-125). En cuanto a los aspectos negativos “son flojos
por su ascendencia india, desorganizados por su ascendencia negra y
derrochadores, irrespetuosos de las leyes y violentos por su ascendencia
española. Por supuesto que estas atribuciones no corresponden con ninguna
evidencia científica, son simplemente imágenes sociales, que no por eso dejan
de tener consecuencias importantes” (Salazar, 2001, p. 125).
Además, Montero (1997b), realizó un
análisis de contenido de 170 obras publicadas desde 1890 por los pioneros de
las ciencias sociales en el país, centrado en la autopercepción de Venezuela y
los venezolanos de parte de los autores de esas obras. Se pusieron en
evidenciaron rasgos peculiares que nos caracterizan
como tales. Luego de un extenso análisis de contenido de investigaciones
realizadas en Venezuela y de revisión de documentos históricos, Montero (1997b,
p. 114-115) caracterizó estos, siendo los primeros seis negativos y los tres
últimos positivos. Estos rasgos constituyen una autoimagen o identidad
social negativa, debido a que existe una propensión a tener presentes más
rasgos negativos, es decir, que no favorecen en nada la identidad sino que la
negativizan hasta el punto en que casi se desaparecen los rasgos positivos.
Aunado a lo anterior, en 1997 Maritza Montero realizó un análisis de contenido
de 170 obras publicadas desde 1890 por los pioneros de las ciencias sociales en
el país, centrado en la autopercepción de Venezuela y los venezolanos de parte
de los autores de esas obras. Se pusieron en evidencia rasgos
peculiares que nos caracterizan como tales. Montero caracterizó estos, siendo
los primeros seis negativos y los tres últimos positivos. Estos rasgos
constituyen una autoimagen o identidad social negativa, debido a que existe una
propensión a tener presentes más rasgos negativos, es decir, que no favorecen
en nada la identidad sino que la negativizan hasta el punto en que casi se
desaparecen los rasgos positivos:
-Pasividad:
Se refiere a una actitud contemplativa integrada por la insensibilidad, la
falta de motivación y la inconstancia.
-Incompetencia:
Se refiere a la incapacidad de mantener un esfuerzo continuo, perseverante a la
hora de llevar a cabo alguna acción concreta; el predominio de las palabras
sobre la acción, así como de una imaginación exagerada, la irresponsabilidad,
la pereza, la no disciplina y la desorganización.
-Autoritarismo:
Se refiere a la sumisión ante los poderosos, la admiración de la fuerza física
más que la intelectual, el orgullo, el deseo de mando, el sentido de
superioridad para dominar a otros considerados minusválidos, egocentrismo,
machismo, fanfarronería y la presencia de ideas mesiánicas.
-Fatalismo
pesimista: Se refiere a la creencia en todo lo supersticioso como el
destino o el azar, así como también el escepticismo con respecto a las propias
capacidades, la desconfianza y la desesperanza consigo mismo.
-Emotividad:
Se refiere al desbordamiento incalculable de la pasión, el obedecer a los
instintos sin mediación cognitiva, la improvisación, la inconsciencia,
apasionamiento, la falta de raciocinio, la turbulencia.
-Carencia de
sentido histórico: Es la integración del olvido, la falta de una memoria
colectiva histórica, la inestabilidad, la imprevisión, la irreverencia, la
fomentación de anti-valores y su desapego con el pasado.
-Generosidad:
Integrada por el ser hospitalario, el olvido de ofensas, la calidez con los
otros, el don de perdonar fácilmente, la idea de vivir en libertad y la
amabilidad casi innata.
-Coraje: Es la
integración de la presencia de valentía a toda costa, la capacidad de
enfrentarse sin temor y realizar hazañas.
-Igualitarismo:
Se refiere a la integración de estas características: la incapacidad de sufrir
ultrajes, la ausencia de jerarquías, la igualdad, la tolerancia y la idea de
que Venezuela es una sociedad sin clases.
Habiendo visto esta lista de rasgos, es
probable que los mismos contribuyan al cuestionamiento de la propia identidad y
la autoimagen que se traduce en expresión negativa que denota minusvalía
nacional. Según Montero, esto se observa también cuando se estima que
probablemente se está en presencia de una identidad que permite a los
individuos reconocerse socialmente como miembros de un grupo nacional, pero de
una forma negativa. Se trata de un fenómeno que coloca el centro de referencia
del sí mismo social, fuera de este sí mismo, y que podría llamarse altercentrismo, el cual se define como
un fenómeno de negación social del sí mismo, acompañado de una
hipervalorización del otro. Este sería el rasgo opuesto del etnocentrismo, que
coloca el centro de referencia en sí mismo, sin negarse, y sin hipervalorizar
al otro. Se podría decir entonces que el altercentrismo es otro rasgo que
caracteriza al venezolano.
Por último, considero que el rasgo que más
sale a la palestra es el de emotividad, donde concordamos con Llorens cuando en
su libro “Terapia para el Emperador” argumenta que no tomarnos nada en serio es
una virtud venezolana. Nos abre a un mundo interpersonal creativo y afectuoso.
Nos hace encontrar aliento en situaciones límite. Le arrebatamos a la realidad
su cualidad de implacable. Nos permite reírnos frente al abismo. Nos ayuda a
sobrevivir.
A pesar de que estos estudios mencionados
anteriormente no están tan actualizados, se considera que estos rasgos se
mantienen en la psicología del venezolano. Por supuesto, hay excepciones, como
en todos los ámbitos. Pero, a nivel general, la psicología del venezolano la
constituyen los rasgos mencionados anteriormente.
Un estudio más reciente del 2010, nos muestra otra perspectiva. Dicho estudio es de la autoría de Juan Carlos Gómez Rangel. Se titula “Los
siete pecados del venezolano” y describe muy bien al venezolano y a su
psicología.
Lo primero que debemos entender es que el venezolano es en esencia el
producto de la mezcla de las tribus indígenas que poblaron el norte de la
América del Sur, de los españoles que lo conquistaron, de los africanos que
llegaron como esclavos y de los numerosos viajeros e inmigrantes que, a lo
largo de este último siglo, vinieron para quedarse y hacer del país su hogar.
La confluencia de todas estas culturas bajo un clima tropical ha dado forma a
una manera peculiar de ser, siempre en continuo movimiento, y es la que hoy se
hace presente en los habitantes de la Venezuela de hoy.
Se puede afirmar que el venezolano tiene elementos como los siguientes que
conforman su forma de ser:
-Impuntualidad: El venezolano es el campeón en el arte de hacer
esperar y de ser impuntual. En Venezuela, es común que la gene no llegue a la
hora a ningún lugar. El venezolano es tan impuntual que inventó la “hora pico”
para definir un tiempo que no se mide por cualquier reloj conocido hasta los
momentos. Nuestro abuso del tiempo de los demás es tal que en las invitaciones
formales a reuniones sociales no colocamos hora de finalización del evento sino
la del comienzo, ya que esto está muy mal visto. Es como decirle a la gente a
qué hora se acaba la rumba; es echarlos; y los venezolanos son son particularmente
muy sensibles a este tipo de asuntos. Parte de nuestro atraso como pueblo es la
absoluta incapacidad que demostramos para presentar nuestras obligaciones en la
fecha propuesta, de cumplir horarios estrictos, y encubriendo, como siempre,
nuestras faltas en factores externos y que poco tienen que ver con la verdadera
razón de nuestra irresponsable impuntualidad.
-Cortoplacismo: Esto es la falta de planificación. Es la falta de
visión acerca del futuro de un sistema social, de un grupo humano. Se define
como una solución temporar para un problema constante. Es resolver las cosas
para salir del paso. Requerimos de satisfacciones inmediatas. No pensamos en el
mañana ni en las consecuencias de nuestros actos.
-Amiguismo: Es una aberración del concepto de la amistad. Es una
visión tercer mundista y burda de la confianza que obtenemos al contar con el
privilegio de ser amigo de alguien y lo utilizamos para obtener un provecho
personal, un beneficio temporal.
-Habladera: Siempre que nos encontramos frente a cualquier
situación, los venezolanos sentmimos que debemos expresar nuestra muy válida y
nunca bien sopesada opinión. Nos impulsa un deseo incontenible de poner nuestro
granito de arena sobre cualquier tema en discusión, detentando un catálogo de
posiciones, inclinaciones y posturas para cada situación en particular, siempre
convencidos de que nuestro aporte contribuya a la solución de determinadas
circunstancias de cualquier índole o naturaleza. Los venezolanos soltamos
alegremente opiniones que, en muchísimos casos, carecen de fundamento,
razonamiento o lógica, dejándonos llevar por nuestros prejuicios y
subjetividades.
-Flojera: La flojera representa la debilidad mental de venezolano
para convertir el ingenio en cero y despreciar el trabajo pesado y sostenido.
La comodidad se abstrae a la facilidad de entendimiento sin necesidad de expresar palabras. Su fragilidad se
acumula formando un escudo que no le permite analizar la información y que
conlleva a transformarlo en un echador de cuentos.
-Piratería: Lo que define la piratería es el deseo de aspiración o
capricho de apropiarse de lo ajeno, sin el consentimiento de la víctima,
mediante la copia, sustracción o posesión personal del bien, la idea o hasta de
la propia vida. La espresión mayor de piratería en el venezolano es el hábito
de culpar de sus problemas a algún otro.
-Viveza: Esto implica el rompimiento de obligaciones de “no hacer”
frente a actividades propias de la vida cotidiana. La viveza es una rebelión
contra el orden establecido, contra el sistema impuesto que codifica conductas
que, en la mayoría de los casos, implican una actividad molesta o que comporta
la erogación de parte de nuestro patrimonio.
Dados estos elementos, es necesario agregar que nuestra psicología como
venezolanos la conforman una serie de conductas reforzadas en exceso
positivamente y un aparato psíquico donde el Ello emerge más que el Yo y el
Super Yo. He aquí la descripción breve en esta entrada del blog de lo que es el
venezolano y su psicología. Éxito.
Alessandro
D’Amico.
Psicólogo.
alessandrodamico1@gmail.com
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